claudio.madaires@gmail.com
Quien gobierna hombres
por la fuerza de las
armas,
no está en sincronía
con el Tao.
Tao Te Ching
Nací
en 1961 en Buenos Aires, en el barrio de Palermo Viejo. Tuve que
padecer la última Dictadura militar 1976-1983 desde la adolescencia.
La
violencia cundía, junto a la corrupción civil y militar.
En
1978 decidí tomar clases de Artes Marciales en una escuela conocida
del
barrio de Caballito.
Era
una escuela de karate del estilo nipón «Shotokan».
Al
poco tiempo de iniciadas las clases, las cuales no me satisfacían
porque se orientaban a una violencia sin enseñanza teórica alguna,
uno de los docentes —no
recuerdo su nombre—
nos avisó a todos que la policía de la Dictadura exigía que todos
quedáramos «fichados»; es decir:
catalogados
por nuestros conocimientos de artes marciales.
Entonces
decidí que no podía tomar clases grupales bajo tales condiciones de
peligro. Nadie quería ser fichado por la Dictadura, la cual hacía
«desaparecer» bebés, niños y adolescentes.
Quienes
vivieron bajo la Dictadura, saben qué se sentía, viendo por TV a
delincuentes de rostros bestiales con uniformes y trajes de civil,
mientras la hiperinflación destruía el país.
Creo
ahora, a tantos años de distancia, que tomé la decisión correcta.
Las
artes marciales se enseñan y aprender mejor en secreto.
Como
Okinawa bajo la dictadura invasora nipona, las artes marciales se
convirteron en enseñanzas «secretas».
A
lo largo de mi vida, estudié de forma privada varias artes
marciales, incluso algo «jiu-jitsu» y hasta «capoeira».
Agradezco
—aunque, repito, sin
recordar el nombre—
al «sensei» que tuvo el valor de advertirnos que seríamos fichados
a la brevedad.
Gracias,
«sensei».
VIDEOS DE ARTES MARCIALES: KURURUNFA
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